Sabes a que me refiero.

Cuando inventaba mis juegos porque tus abandonos siempre estaban presentes, te ibas sin más interés sobre mí.

Cada uno de mis errores y tus gritos apagando mis ganas, haciéndome sentir tan inútil, tan insignificante. Tus golpes de menosprecio hacia mi persona.

Y a cada cosa no te culpo aunque me hiciste sentir que nada hacía bien y que en todo me equivocaba nunca supe robar de ti una alegría, ni siquiera una sonrisa; en tus ojos de odio se refleja mi tristeza.

Tus venas llenas de alcohol y tu fuerza sobre mi infancia débil martirizada por tus injusticias, por siempre querer ser lo que tú querías... Nunca tuve voto ni palabra, siempre fui lo que para ti era mejor, siempre querer ser el mejor, en mi expresión, en mi forma de vestir, mis amigos, mis luchas...

Fui lento siempre para ser lo que quisiste, no comprendía rápido cada enojo tuyo por que fuera "perfecto" me hacia ser cada vez más imperfecto. Tu poca paciencia para enseñarme lo malo y lo bueno era un niño; no sabía comprender como adulto. Al sentirme así se me cansaban las ganas pero nunca me rendí, aprendí por mi propia cuenta a soportar golpes, gritos... Ahora en este abandono, me siento solo, aquí en una cárcel con una sola salida. 


La única salida es la que siempre elijes para mí. Mi voto no vale aquí, no vale nada de mí en este espacio que me ahoga cada día más.